El proceso de colonización de las Islas Canarias durante el siglo XV por parte de las huestes de Isabel de Castilla en un primer momento, y de los Reyes Católicos después, dio lugar a un capítulo poco conocido de la historia de España: el etnocidio guanche, la muerte de gran parte de la población indígena natural de las islas y la destrucción mayoritaria de su cultura.
Décadas antes de la conquista de América, las Islas Canarias fueron
escenario de pugnas entre distintos reinos (genoveses, aragoneses,
castellanos y portugueses, principalmente), que ambicionaban la
posesión del archipiélago, especialmente por motivos
geoestratégicos.
Estos
enfrentamientos culminaron con la colonización del territorio
insular por parte de la Corona de Castilla, en un proceso largo y
difícil que se extendió desde 1402 (empezando por Lanzarote) hasta
1496 (toma de Tenerife). Hasta
entonces, en las islas habitaban pueblos aborígenes, que han pasado
a la historia como los guanches.
Los
nativos canarios habían tenido contactos aislados con la población
europea y árabe que recalaba en sus costas de forma puntual, pero
mantenían intacta su forma de vida, su organización social y su
cultura. Concluida la toma de Tenerife en 1496 y, con ella, de todo
el archipiélago, los indígenas de las islas comenzaron a sufrir las
consecuencias de la política expansionista, internacionalista y
colonizadora de Isabel la Católica y de su ya esposo Fernando,
caracterizada por el deseo de instaurar un solo reino y una sola
religión. Mientras en la península se luchaba contra los mudéjares
o moriscos, se expulsaba a los judíos y se había creado la
Inquisición, los guanches se vieron sometidos a un nuevo poder, a
una cultura foránea y a un sistema social y productivo totalmente
diferente. Una
transformación con funestas consecuencias, aunque de diversa
interpretación.
¿GENOCIDIO
O ETNOCIDIO?
Hay
investigadores que se inclinan por hablar abiertamente del genocidio
de la población autóctona canaria, alegando que la inmensa mayoría
de los aborígenes sucumbió por muerte violenta, deportados,
esclavizados o víctimas de enfermedades traídas por los nuevos
pobladores contra las que no estaban inmunizados. Por otra parte,
historiadores como el catedrático de Arqueología de la Universidad
de La Laguna Antonio Tejera mantienen que, sin negar la reducción
dramática de la población guanche por los citados factores,
etnocidio sería el término más apropiado para describir lo
ocurrido durante la dominación castellana, debido a que esta no
habría tenido una intencionalidad primaria de extinguir al pueblo
nativo, si bien la comunidad local habría quedado dramáticamente
diezmada a consecuencia de la misma, y su cultura, aniquilada.

Antonio
Rumeu de Armas, en su libro La política indigenista de Isabel la
Católica, mantiene que «los abusos y tropelías que se
cometieron contra los indígenas de las Islas Canarias fueron
infinitos en número y crueldad, a espaldas de la acción tutelar de
la Corona y violando las rígidas normas de conducta decretadas por
los Reyes Católicos para estimular la convivencia y alentar la
conversión». la
imposición de una nueva organización socioeconómica afectaron ldemografíaguanche. Baucells, de hecho, pone cifras en sus
investigaciones a
la reducción de población prehispánica canaria, estableciendo que
pudo desaparecer el 75% de este pueblo, sobreviviendo en torno a 5000
personas. Estos datos contrastan, no obstante, con los documentos
existentes en el cabildo insular, que hablan de 600 guanches
contabilizados en 1513, mientras que otras fuentes documentales
sitúan la dimensión de esta población en 879 personas.
Las
islas habían sido dominadas por señores particulares, procedentes
de la nobleza o de la hidalguía (estrato social distinguido pero de
escasos recursos). Estos conquistadores, al llegar al archipiélago,
ansiaban conseguir fortuna y prestigio, por lo que era totalmente
nulo el respeto por los modos de vida de las sociedades aborígenes.
LA
DAMA SANGRIENTA
Papel
destacado en la conquista de Tenerife tuvo la dama castellana Beatriz
de Bobadilla, amante del rey Fernando el Católico y de Colón.
Desterrada a la isla de La Gomera por la reina católica por su
exceso de cercanía con el monarca,la conocida como la dama
sangrienta colgaba a los guanches boca abajo y vendió a muchos como
esclavos. Se casó con el mandatario de Gran Canaria, La Palma y
Tenerife Alonso Fernández de Lugo, personaje igualmente sanguinario
cuyas tropelías sobre la población guanche han quedado fielmente
documentadas.
los
indígenas que permanecieron en las islas siguieron al frente de los
ganados, bien como dueños de los mismos o como mano de obra
arrendada, según los casos. También algunos se dedicaron al
comercio de cereales o pieles; muchas mujeres y ancianos pasaron a
trabajar en el servicio doméstico de los nuevos colonos, como
esclavos; otros trabajaron como esclavos en los ingenios azucareros,
por citar algunos ejemplos».
«No
todos ellos fueron esclavos, muchos de ellos salieron de los núcleo propiamente
indígenas para integrarse a la nueva sociedad.
Por
fortuna, pues, se han conseguido preservar hasta hoy algunas
costumbres, restos y vestigios que nos permiten conocer parte de la
cultura y forma de vida de los pobladores originarios de esta parte
insular de España.