domingo, 9 de abril de 2023

La caída del imperio Azteca

Los aztecas perdieron Tenochtitlán tras un largo asedio y fueron diezmados por virus que desconocían.

Muerto el emperador azteca Moctezuma II en 1520 apedreado por su propio pueblo, que lo consideraba un traidor aliado de los españoles (aunque otras teorías apuntan que los hombres de Hernán Cortés lo asesinaron), el poder recayó en su hermano Cuitlahuac, que murió dos meses y medio después de coger la viruela. Su lugar lo ocupó Cuauhtémoc, primo de Moctezuma. Aunque el nuevo gobernante se mostró valiente al enfrentarse a los españoles, terminaría sucumbiendo (fue apresado en la laguna Texcoco cuando intentaba escapar en una canoa).

La caída del imperio Azteca

Durante siglos, el lago que rodeaba Tenochtitlán, la flamante capital azteca, había hecho de barrera contra los invasores, pero Cortés encontró una forma de evitarla: hizo que sus miles de aliados indios transportaran sus barcos por piezas atravesando las montañas, para luego montarlas y lanzarlas al agua. En mayo de 1521, lanzó a su ejército, formado por 600 españoles y 50.000 indígenas, a tomar la ciudad, iniciando un largo sitio. A finales de julio, la sangre, la muerte y la destrucción estaban más que presentes en la capital azteca. Pero ni ante aquella situación dantesca Cuauhtémoc contempló la rendición. No lo hizo hasta el 13 de agosto, cuando los españoles protagonizaron el asalto al Templo de Tlatelolco, donde tuvo lugar la batalla final y donde toda resistencia resultó ya inútil.

Acompañado de su familia y de unos cuantos dignatarios, intentó escapar en canoa. Para unos, lo hizo por miedo; para otros, para planificar una nueva defensa. Fuera como fuese, los cronistas coinciden en que Cortés se lanzó en su busca y lo gró atraparlo, sin dejarle ya ninguna oportunidad más que rendirse.

Se cuenta que Cuauhtémoc pidió a Cortés que lo matase por no haber sido capaz de defender su reino.

El español, en cambio, le perdonó la vida y le prometió poder seguir en el trono siempre que le pagase el tributo acordado. Pronto se vio que no era un hombre de palabra. Dejó que Cuauhtémoc gobernara Tenochtitlán en teoría, pero en la práctica lo mantuvo prisionero en Coyoacán y transfirió sus poderes a un primo suyo, Tetlepanquetzal, señor de Tlacopan (hoy Tacuba). Le parecía más manejable y dócil y creía que con él evitaría un posible alzamiento. También coinciden las crónicas en que los españoles lo torturaron para que revelase dónde estaba el inmenso tesoro azteca guardado en el palacio de Moctezuma. Finalmente, el azteca admitió que, después de que los dioses le revelaran que el fin de Tenochtitlán era inevitable, mandó arrojar todo el oro a la laguna.

El oro azteca no se encontró nunca y Cuauhtémoc fue ahorcado el 28 de febrero de 1525, aunque la fecha exacta sigue siendo motivo de controversia.

Se sabe, eso sí, que fue durante una expedición de Cortés a la actual Honduras para sofocar la insurrección de Cristóbal de Olid, que se había aliado contra él con un viejo enemigo suyo, Diego Velázquez.

Cortés se llevó a Cuauhtémoc para evitar que, en su ausencia, movilizara a los suyos, pero en el trayecto le informaron de que tramaba traicionarlo.

Según Bernal Díaz del Castillo, lo ejecutaron por animar a sus súbditos a asesinar a Cortés.

El final de Cuauhtémoc, el último gobernante azteca (tlatoani), estaba probablemente escrito.

 

 

¿LAS ARMAS O LOS VIRUS ACABARON CON LOS AZTECAS?

Cuando las fuerzas de Cortés llegaron al actual México , la población nativa rondaba los 25 millones de personas. Cien años después, tras la guerra contra los españoles y una serie de terribles epidemias, solo sumaban un millón. El colapso de la civilización azteca es una de las mayores catástrofes demográficas, ni siquiera igualada por la peste europea.

Parece que la primera causante fue una epidemia de viruela desatada recién llegados los españoles, entre 1519 y 1520, que mató a entre cinco y ocho millones de personas. Aun así, fue mucho más mortífera la oleada de epidemias que tuvieron lugar en 1545 y 1576, con entre siete y 17 millones de víctimas mortales. Bautizadas como cocoliztli (peste en náhuatl, la lengua azteca), los expertos no se ponen de acuerdo en qué patógeno las causó. Entre los candidatos están el sarampión, el tifus y la viruela. En 2017, un estudio del Instituto para la Ciencia de la Historia Humana señaló a la salmonela como causante. 

Los españoles podrían haber llevado la enfermedad a los aztecas, que, aparte de carecer de resistencias naturales para combatirla, tenían unas condiciones sanitarias deficientes. Se calcula que a finales del XVI la población nativa se había reducido en casi un 90%.