La arqueología, el azar y hasta
las campañas militares hicieron aflorar decenas de tesoros de nuestro pasado
remoto que cambiaron la percepción que hoy tenemos del mismo. Pero unos cuantos
hallazgos hicieron que se revolucionara la historia y fueron fundamentales para
entender esta, ahora mucho de estos s son Patrimonio Cultural de la Humanidad.
INSCRIPCIÓN DE BEHISTÚN, 1598
Esta joya monumental es a la
escritura cuneiforme (una de la más antigua de la humanidad) lo que la piedra
de rosetta a la escritura jeroglífica egipcia:
la clave que permitió empezar a descifrarla. Datada en el siglo VI a. c. encargada
por el rey aqueménida Darío I el Grande, grabada en la pared del acantilado de
Behistún (Kermanshah, Irán) a 100 metros
de altura e ilustrada con imágenes talladas de Dario y otros personajes,canta
las hazañas del monarca en tres idiomas:
persa antiguo, elamita y babilonio.Habistada por primera vez por el Ingles Robert
Shirley en 1598, no fue hasta mucho después (1835-1843) cuando su compatriota
Sir Henry Rawlinson logró traducir el
texto comparando las tres versiones: un hito semiológico
RESTOS DE POMPEYA , 1748
Esta ciudad de la Antigua Roma
situada en la región de Campania cerca de la actual Nápoles, quedó sepultada
por una erupción del Vesubio en el año 79. Sus restos –conservados bajo una
capa de 30 metros de ceniza, muchos en magnífico estado se hallaron por
casualidad (igual que, en 1738, los de la vecina Herculano) y empezaron a
excavarse en 1748. No sólo ofrecen un cuadro, inmortalizado por la lava, de la vida
en una próspera urbe romana del siglo I hay unos 2,000 cadáveres “congelados”
en el momento de la devastación, grafitis en las paredes en latín coloquial, frescos
eróticos y mitológicos–, sino también cantidad de tesoros: el foro, templos,
teatros, termas, un anfiteatro, un lupanar, una basílica, un mercado de
alimentos (macellum) y varias casas particulares, entre las que destaca la
Villa de los Misterios.
RUINAS DE TROYA, 1871
Durante miles de años, la
historicidad tanto de la mítica Guerra de Troya cantada por Homero hacia el
siglo VIII a.C. en la Ilíada –que aún es objeto de debate– como de a la misma
existencia de esta urbe anatolia fue ampliamente cuestionada, pero en 1871, el
millonario prusiano y arqueólogo aficionado (y descuidado) Heinrich Schliemann,
excavando en la colina de Hisarlik (Turquía), desenterró las primeras pruebas
de lo que más tarde demostraría ser no una, sino 11 ciudades sucesivas: lo que
hoy se conoce como Troya 0 –el primer asentamiento, hacia 3500 a.C.– a Troya X
–siglos XIII-XIV–. La Troya homérica se correspondería, se cree, con la capa VI
o la VII. La heterodoxia de los métodos de Schliemann, su escaso cuidado
extractivo -hay que tener en cuenta que entonces la ciencia arqueológica estaba
en pañales–y sus mistificaciones (el llamado por él “Tesoro de Príamo” es muy
anterior a la época de la Guerra de Troya) no restan valor alguno a la fabulosa
magnitud cultural de este hallazgo.
GARGANTA DE OLDUVAI, 1911
Bautizada como “la cuna de la humanidad”, la garganta de Olduvai (Tanzania)
acoge yacimientos prehistóricos vinculados a la evolución humana. Se trata de
un cañón al este de la llanura del Serengueti donde la tectónica y la erosión
han dejado al descubierto sedimentos de una antigüedad comprendida entre los
dos millones de años y unos 15,000 años; entre ellos, huesos y herramientas de
homínidos que van de los extintos y primitivos Paranthropus boisei, Homo habilis
u Homo ergaster al Homo sapiens. Su descubrimiento se debe al entomólogo germano
Wilhelm Kattwinkel, quien en 1911 recolectó por primera vez fósiles en el
lugar, seguido por el geólogo Hans Reck en 1913, que halló el primer esqueleto
humano. En 1950, el matrimonio formado por los científicos británicos Louis y
Mary Leakey iniciaría excavaciones a gran escala.
CUEVA DE ALTAMIRA, 1875
La llamada “Capilla Sixtina del
arte rupestre” fue, en realidad, hallada un poco antes, en 1868, cuando el
perro de caza del labrador Modesto Cubillas se adentró en ella y su dueño le
comunicó la existencia de la cueva al terrateniente –y naturalista y paleontólogo
aficionado– Marcelino Sanz de Sautuola, aunque este no la visitó hasta 1875, y
sólo en 1879, por casualidad, su hija María descubrió lo que albergaba: uno de
los conjuntos pictóricos más importantes de la prehistoria, datado entre 35000
y 15200 a.C., en el Paleolítico superior. La cueva de Altamira se halla en
Santillana del Mar (España) y contiene en su techo y paredes bellísimas y
realistas pinturas polícromas, negras, rojas y ocres que representan animales,
figuras antropomorfas y otros dibujos no figurativos.
TUMBA DE TUTANKHAMON, 1922
La historia de este hallazgo, que
dio un impulso revolucionario a la egiptología, es conocida: fue el dibujante, pintor
y egiptólogo sobrevenido inglés Howard Carter quien, con el entusiasta patrocinio
del aristócrata lord Carnarvon, sacó a la luz del día 4 de noviembre de 1922 la
tumba clasificada como KV62 en el Valle de los Reyes que contenía la momia del
“faraón niño”, Tutankhamon, fallecido hacia 1323 a.C. (dinastía XVIII). Incluso
siendo una tumba de importancia relativamente menor, su excelente estado y la
meticulosidad de Carter propiciaron la extracción de un auténtico tesoro
compuesto por más de 5,000 piezas (en la imagen, en una exposición), entre
ellas la mítica máscara funeraria de oro macizo que, junto con la supuesta
“maldición” de Tutankhamon, tanto contribuyó a la popularización del Egipto
faraónico.
CUEVA DE LASCAUX, 1940
La cueva rival de Altamira –en
realidad, un conjunto de cuevas ubicado en Dordoña (Francia)– se descubrió de
modo similar, también “por culpa” de un perro: Robot, el can de un adolescente
llamado Marcel Ravidat que, el 8 de septiembre de 1940, dio con una gran cavidad
en la roca. Cuatro días más tarde, Ravidat y sus amigos se adentraron por ella
y se toparon con un fascinante sistema de salas decoradas en sus techos con multitud
de pinturas rupestres: caballos, toros, megaloceros (en la imagen)... El arte
de Lascaux, datado cerca del año 30000 a.C., estuvo al alcance del público de
1948 a 1966, cuando debió cerrarse la cueva para restaurarla y evitar el daño
causado a las pinturas por el calor humano y la luz artificial; lo mismo
sucedióen Altamira, que ha conocido varios cierres y hoy se visita
muy restringidamente. De ambas se han realizado réplicas museísticas exactas.
ROLLOS DEL MAR MUERTO, 1946
Estos pergaminos, también conocidos como Manuscritos de
Qumrán por haberse hallado en cuevas del valle así llamado (Cisjordania, Palestina)
a orillas del Mar Muerto, han causado gran expectación entre los estudiosos del
cristianismo y los arqueólogos bíblicos desde que dos pastores beduinos dieran
por accidente con los siete primeros mientras perseguían a sus cabras, a
finales de 1946. Guardados en vasijas de barro, redactados en hebreo, arameo y
–muy pocos– griego, han aparecido en total 972 en muy diverso estado de
conservación y todos datados entre 250 a.C. y el año 66 de nuestra era. Aunque
no se ha descubierto en ellos la deseada confirmación definitiva de la
historicidad de Jesucristo, contienen raros tesoros: las copias más antiguas
conocidas de textos bíblicos –entre ellos, un ejemplar completo del Libro de
Isaías–, libros apócrifos del Antiguo Testamento –Testamentos de los 12
Patriarcas hijos de Jacob, Libro de Enoc o Libro de los Jubileos– y normas,
oraciones y calendarios judios de los esenios, entre otras joyas
HOMBRE DE ATAPUERCA, 1992
El conocimiento del Homo antecessor, la especie homínida más
antigua de Europa (unos 900,000 años), dio un salto de gigante cuando, en 1992,
el arqueólogo mEudald Carbonell y el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga
hallaron, en el sitio fosilífero de la Gran Dolina (Sierra de Atapuerca, Burgos),
los restos del que pronto msería popularmente conocido como el “hombre de
Atapuerca”. Desde entonces, en el yacimiento (en la imagen) han aparecido fragmentos
de siete individuos, además de herramientas o huesos de animales, entre otros
objetos.
Hay muchos más HALLAZGOS QUE REVOLUCIONARON LA HISTORIA,
pero estos son imprescindibles para conocer la historia tal como es en nuestros
días.