domingo, 6 de marzo de 2022

Catedral de Reims, La mejor arquitectura gótica

 Las huellas de la convulsa Edad Media recorren la totalidad de Europa y parte de Asia. Hoy podemos visitar vestigios de esa época que todavía mantienen su esencia.

Catedral de Reims, La mejor arquitectura gótica


En 816 Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, eligió la ciudad de Reims para su consagración como emperador de Occidente y rey de los francos. Así, desde el siglo XII hasta el XIX, Reims se convirtió en el lugar tradicional de coronación de los reyes de Francia. El último monarca entronizado en esa ciudad fue Carlos X, el 28 de mayo de 1825.

La importancia que esto otorgó a la urbe llevó al arzobispo Ebón a iniciar, en ese mismo año 816, las obras de una nueva catedral. Para la construcción se utilizaron piedras de las murallas que se creían innecesarias (lo que demuestra la sensación de seguridad que había en la época en Reims), pero los ataques normandos obligaron a restaurar las murallas entre los años 883 y 887, para lo cual se emplearon a su vez las piedras de una iglesia destruida por los guerreros del Norte. Las obras de la catedral de Reims comenzaron en 1211. Reims contaba con una antigua catedral que terminó completamente arrasada en un incendio además, la antigua tradición de coronar a los monarcas franceses en esta catedral hizo que en las obras se trabajase con máxima diligencia. 

 

Catedral de Reims, La mejor arquitectura gótica

Esta catedral junto con la de Amiens y Notre Dame son uno de los mejores ejemplos de gótico francés. Todas ellas plasman las características estilísticas típicas de la etapa gótica tan diferentes al románico de siglos anteriores. 

Siglos después, durante la Primera Guerra Mundial, Reims fue bombardeada y más tarde ocupada por tropas del Imperio alemán. Gran parte de la catedral resultó destruida por los aviones alemanes, pero con el esfuerzo de los ciudadanos sería reconstruida y pudo abrirse de nuevo en 1938, en parte debido a las donaciones de la filantrópica familia Rockefeller

 

Catedral de Reims, La mejor arquitectura gótica

 

La Catedral de Reims o Catedral de Notre Dame de Reims es admirable, ya que demuestra el dominio de las más innovadores técnicas del siglo XIII. Se pueden admirar sus proporciones armoniosas y la pureza de sus líneas, dándole un carácter único a esta obra maestra de la arquitectura religiosa, de 150 metros de largo y con sus torres que están a 80 metros por encima de tejado. Treinta y tres soberanos franceses fueron coronados allí, donde también se celebró la ceremonia de la reconciliación de Alemania y Francia después de la Segunda Guerra Mundial. 
 
 
La catedral de Reims fue reconocida por la Unesco en 1991 y clasificado como Patrimonio de la Humanidad.

miércoles, 2 de marzo de 2022

La historia de la peseta

El 30 de Junio,de 2002 tras mas de 200 años de historia, la peseta dejo de tener curso legal y fue sustituida por el euro, en circulación desde el 1 de Enero de ese año.



Según ha informado el Banco de España, del valor total que se ha quedado sin cambiar, 793 millones corresponden a billetes y 782 millones a monedas en pesetas

Desde tiempos antiguos, el acuñar moneda era una forma de declarar la soberanía sobre un territorio; por parte del pueblo, el aceptar o pagar con una moneda determinada suponía reconocer la autoridad de ese soberano. En nuestra historia, la acuñación era un privilegio real, como ya consta en las Partidas de Alfonso X el Sabio (1221-1284), donde se especifican los castigos para los falsificadores y sus cómplices, que incluía la muerte en la hoguera, y se consigna que se confiscaría la casa donde se había cometido el delito.

 

La historia de la peseta

A principios del siglo XVIII, tras finalizar la guerra de sucesión española, el nuevo monarca, Felipe V de Borbón, ordenó retirar todas las monedas que habían sido emitidas por su rival, el archiduque Carlos de Austria este también había pretendido suceder a Carlos II–, entre ellas unas piezas de dos reales de plata acuñadas en Barcelona que el pueblo denominaba en catalán peçetas, un diminutivo de peças. A cambio, la Casa de la Moneda de la Corte devolvería al contado su “intrínseco valor”. Para puntualizar y regular las cosas, el 13 de julio de 1718 se emitió un edicto en el cual, entre otros cambios, se establece que a “la Peseta de 84 dineros, le tocan 56 y medio y un octavo de baja”. Es el primer documento oficial donde en España aparece la palabra peseta.

EL DICCIONARIO DE AUTORIDADES, DE 1737, YA RECOGE ESE LEMA CON LA SIGUIENTE DEFINICIÓN: 

 “La pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial, formada en figura redonda. Es voz modernamente introducida”. Es decir, durante el siglo XVIII, antes de que tuviera lugar la unificación monetaria en España, ya había monedas en los territorios de la antigua Corona de Aragón que se conocían popularmente como pesetas. Pero las primeras monedas que llevaban impreso en su relieve ese nombre no existieron hasta el siglo XIX. Fue en 1809, durante el reinado de José I Bonaparte, hermano de Napoleón, cuando se troquelaron por primera vez en Barcelona. No obstante, no era la moneda oficial. Posteriormente, también se acuñarían pesetas durante el reinado de Isabel II, que fue cuando se popularizó el término. Lo mismo parece que sucedió con el nuevo calificativo pesetero. Pero la peseta no nació oficialmente como unidad monetaria o moneda de curso legal en España y sus territorios de ultramar hasta el decreto del Gobierno Provisional, presidido por Francisco Serrano, el 19 de octubre de 1868, tras el derrocamiento de Isabel II. 

 

La historia de la peseta

La nueva moneda sustituyó al escudo, lo que igualmente hizo desaparecer además otras divisiones, como los reales y lo maravedíes, hasta un total de veintiuna monedas diferentes que entonces había en circulación.

AQUELLA PRIMERA PESETA ESTABA HECHA DE PLATA, PESABA 5 GRAMOS Y EQUIVALÍA A CUATRO REALES.

Inspirada en unas monedas que había acuñado el emperador Adriano en el año 136, en su anverso figuraba una matrona, representación de Hispania. Se mostraba recostada sobre los Pirineos, con el Peñón del Gibraltar a sus pies y la leyenda “Gobierno provisional”, con el año 1869. En el reverso, aparecía el escudo de España en la forma que luego heredó la Primera República, con la leyenda “Una peseta. 200 piezas en kilogramo”. En plata había además monedas fraccionarias de 20 y 50 céntimos, y de 2 y 5 pesetas. Las de 10, 5, 2 y 1 céntimo eran de cobre, e incluso existía una en oro de ley, de 100 pesetas, que pesaba 32,25 gramos.

 

La historia de la peseta


Por decisión del Gobierno, toda la producción de moneda se centralizó en la Ceca de Madrid. La peseta fue de plata hasta 1937, cuando la Segunda República emitió las primeras realizadas en latón. Estas, por su color, y porque llevaban en el anverso una alegoría consistente en un rostro femenino de perfil, fueron calificadas popularmente de rubias. Por su parte, los billetes de papel moneda existieron desde 1874, si bien no se imprimieron en España hasta 1940. Para dificultar su falsificación se hacía una impresión calcográfica –o estampación en hueco– y se añadían marcas de agua, varias tintas, fibrillas, hilos y filamentos. Con la acuñación de la que fue la última moneda de cien, el 19 de junio de 2001, se puso término a la emisión de pesetas. Durante meses coexistieron con los primeros euros –uno de ellos se cambiaría por 166,386 pesetas–, y a partir del 1 de julio de 2002 dejaron de circular definitivamente.