Las huellas de la convulsa Edad Media recorren la totalidad de Europa y parte de Asia. Hoy podemos visitar vestigios de esa época que todavía mantienen su esencia.
La importancia que esto otorgó a la urbe llevó al arzobispo Ebón a iniciar, en ese mismo año 816, las obras de una nueva catedral. Para la construcción se utilizaron piedras de las murallas que se creían innecesarias (lo que demuestra la sensación de seguridad que había en la época en Reims), pero los ataques normandos obligaron a restaurar las murallas entre los años 883 y 887, para lo cual se emplearon a su vez las piedras de una iglesia destruida por los guerreros del Norte. Las obras de la catedral de Reims comenzaron en 1211. Reims contaba con una antigua catedral que terminó completamente arrasada en un incendio además, la antigua tradición de coronar a los monarcas franceses en esta catedral hizo que en las obras se trabajase con máxima diligencia.
Esta catedral junto con la de Amiens y Notre Dame son uno de los mejores ejemplos de gótico francés. Todas ellas plasman las características estilísticas típicas de la etapa gótica tan diferentes al románico de siglos anteriores.
Siglos después, durante la Primera Guerra Mundial, Reims fue bombardeada y más tarde ocupada por tropas del Imperio alemán. Gran parte de la catedral resultó destruida por los aviones alemanes, pero con el esfuerzo de los ciudadanos sería reconstruida y pudo abrirse de nuevo en 1938, en parte debido a las donaciones de la filantrópica familia Rockefeller
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