sábado, 1 de mayo de 2021

Lenin, el pilar de la Revolución Rusa

Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como LENIN , alma y ariete de la Revolución rusa, nació en la localidad de Simbirsk en 1870. Su ardor revolucionario fue precoz, pero en verdad se crió en una familia de clase media con un nivel sociocultural bastante alto, estable y bien avenida. La chispa que encendió el fuego saltó cuando Lenin tenía 17 años. Su hermano mayor Alexandre, estudiante universitario, fue puesto bajo arresto, juzgado y ejecutado por haber participado en un complot para asesinar al zar Alejandro III. Su padre había fallecido recientemente, con lo que Vladímir hubo de ocupar el lugar como cabeza de la familia. La tragedia lo empujó a seguir los pasos de su hermano en el activismo político.

Matriculado en la Universidad de Kazan para estudiar Derecho, no tardó en ser expulsado por su participación en una manifestación estudiantil, circunstancia que aprovechó para “exiliarse” a la casa de campo de su abuelo en Kokushkino, donde se empapó de literatura revolucionaria y leyó por vez primera El capital de Karl Marx, que causó un profundo impacto en el joven Lenin.

 

Lenin, el pilar de la Revolución Rusa

La forja de un revolucionario

Su pensamiento político estaba afianzando definitivamente, radicalizándose a marchas forzadas. Terminados sus estudios de Derecho en 1892, se estableció como abogado en Samara, donde defendía los intereses, fundamentalmente, de campesinos con escasos recursos. Cada vez más entendía la dramática situación social en la que estaba inmersa Rusia como un ejemplo cristalino de la lucha de clases de su admirado Marx. Así, con la inquietud de volar alto, se mudó a San Petersburgo, donde entró en contacto con círculos marxistas y se implicó en actividades subversivas, hasta que en 1895 fue arrestado y exiliado a Siberia durante tres largos años. Tras cumplir su periodo de ostracismo decidió poner rumbo a Alemania y se instaló en Múnich, antes de regresar finalmente a San Petersburgo para convertirse en uno de los cabecillas del movimiento revolucionario. Los acontecimientos trágicos del Domingo Sangriento (9 de enero de 1905), en el que cientos de manifestantes contra el zar fueron tiroteados, fueron la chispa que Lenin y los suyos necesitaban para derribar el sistema de una vez por todas.

Durante la Primera Guerra Mundial, el líder bolchevique volvió a emprender el camino del exilio, esta vez en dirección a Suiza, donde redactó Imperialismo: la fase superior del capitalismo antes de regresar en 1917 precipitadamente a Rusia, donde el zar acababa de ser depuesto en el mes de octubre, para ponerse al frente de la Revolución derrocando al gobierno provisional.


 

Decepcionado con la revolución

Tras las purgas del Terror Rojo, la cruenta guerra civil, las hambrunas y las huelgas y protestas organizadas contra su propio gobierno, su salud comenzó a resentirse. Sufrió un primer derrame cerebral en mayo de 1922 y el segundo en diciembre. Consciente de la necesidad de abandonar el primer plano, rumió su decepción por el rumbo que el partido había decidido tomar y que, a su juicio, se apartaba por completo de los objetivos iniciales de la Revolución rusa .

En la primavera de 1923 la salud de LENIN  empeoró, y el 21 de enero de 1924 falleció en la actual Gorki Leninskiye.

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