domingo, 27 de febrero de 2022

El falso hombre de Piltdown,Homo piltdownensis.

El falso HOMBRE DE PILTDOWN dio el pego durante 40 años.

La primera gran patraña en la historia de la arqueología se escenificó el 18 de diciembre de 1912, cuando el anticuario y paleontólogo aficionado Charles Dawson mostró en una reunión de la Sociedad Geológica de Londres los restos de una mandíbula y un cráneo que, en su opinión, pertenecían a un mismo individuo: un remoto ancestro prehistórico de los humanos, nada menos que el eslabón perdido. Según Dawson, unos obreros habían encontrado los restos mientras hacían un agujero en la localidad de Piltdown, en Sussex, en el sur de Inglaterra. Dawson creía que los trabajadores habían tomado el cráneo por un coco fosilizado y, al intentar abrirlo, lo habían partido.

El falso hombre de Piltdown,Homo piltdownensis.

La primera persona a la que le había mostrado el hallazgo fue Arthur Smith Woodward, responsable del Departamento de Geología en el Museo Británico. En la presentación, este sostuvo que el cráneo era muy similar al de un hombre moderno, excepto por su menor tamaño cerebral, y que la mandíbula era prácticamente indistinguible de la de un chimpancé joven. Dawson y Woodward defendieron que se trataba de un homínido a medio camino entre el mono y nuestra especie, el famoso eslabón perdido que conectaría nuestro linaje con nuestros parientes primates, un término anticuado que carece de validez científica.

Algunos expertos de renombre dieron por cierto el hallazgo. Entre ellos se encontraba el catedrático Arthur Keith, que llevó a cabo una reconstrucción de los supuestos fósiles –hay quien cree que participó en el fraude y dio nombre a la nueva especie: Homo piltdownensis. El antropólogo alemán Otto Schoetensak, que en 1908 había descubierto los primeros restos de Homo heidelbergensis este había vivido hace entre 700.000 y 300.000 años, afirmó que se trataba de la prueba más relevante de un ancestro primate en nuestra genealogía.

 

El falso hombre de Piltdown,Homo piltdownensis.

Otras voces, en cambio, apuntaban a una posibilidad inquietante: los restos hallados por separado no habrían pertenecido a un mismo esqueleto, sino que eran un cráneo humano y una mandíbula de simio sin ninguna conexión entre sí. En general, los investigadores ingleses tendían a apoyar el descubrimiento, mientras que los de otras nacionalidades se mostraban mucho más críticos.

En los años 20, las dudas aumentaron. Las características anatómicas del Hombre de Pekín, hallado en 1923, y del Australopithecus, en 1924, eran muy distintas de las del presunto homínido de Piltdown, lo que dificultaba ubicarlo en una determinada línea temporal. Aun así, la refutación completa se haría esperar. Esta llegó en 1953, cuando el dentista Alvan T. Marston y otros especialistas mostraron que el presunto hombre de Piltdown no era sino el ensamblaje de varios huesos de procedencia distinta: un cráneo humano medieval, una mandíbula de orangután de unos quinientos años, el canino fosilizado de un chimpancé... Para entonces, casi todos los protagonistas del engaño habían muerto y aún hoy se desconoce qué los motivó a tan burda manipulación.



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